sábado, 11 de abril de 2009

Perroflauta style

Si a las 8 de la tarde te proponen ir a una fiesta en la Facultad de Arquitectura, no puedes decir que no. Me encanta improvisar planes sobre la marcha.
Nos plantamos en la calle Tony, Ángel, Alberto y yo. Cómo ir a las 12 de la noche hasta la Universidad que está a tomar por culo? Pues no sé, no queremos pillar un taxi, no hay autobuses… Vamos a hacer autostop. Dos rastudos, un melenas flamenco y el pintas de turno (myself) todos ellos uniformados con sus correspondientes sudaderas y palestinos, cómo no iba a parar nadie? Nos recoge un tipo que ya conocían estos de antes, y allí nos plantamos.
Nada más llegar, lo primero que hace Tony, por supuesto, es sacarse sus palos de fuego y montar el show. Los demás tomamos la primera copa y nos limitamos a observar y conversar con grieguillas, que siempre es agradable. Hay alcohol gratis!! Yuju. Y encima hay Absolut! Joder, hacía meses que no probaba un alcohol decente… habrá que aprovechar. Las copas y las conversaciones van yendo y viniendo a un ritmo bastante aceptable.
De repente se acaba el alcohol, maldición. “En mi mochila tengo media botella de vodka” – me dice Tony. Vamos allá! Por el camino una griega nos pilla de canteo y le tenemos que ofrecer una copa. “El limón está en mi mochila, debajo de esa mesa”. Voy a coger el limón… cuando vuelvo, Tony ya se está enrollando con la susodicha. Haciendo un arco bastante mayor del necesario, consigo rodearles para coger mi copa y seguir bailando música de los 60.
Un par de conversaciones de las que no consigo escapar y Alberto y Ángel no se dignan a salvarme, y la noche está a medias. Tony decide pegarse un respiro, durante el cuál se saca el raki de su mochila. El raki es un licor griego muy parecido al orujo. A esas alturas ya estaba bastante borracho, así que los chupitos me entran como agüita del grifo. Tony me avisa de que estoy pegando los tragos demasiado largos… Al rato me empieza a pasar factura. No tengo muchos recuerdos del resto de la noche. Sólo recuerdo que llegada la hora de irnos, estaba escondido debajo de una mesa porque me daba vergüenza que me viesen en ese estado, pero Alberto me encontró y consiguió meterme en un taxi. Ángel me contó al día siguiente que estuve vacilando y riéndome de una pobre ingenua a la que le pareció buena idea compartir el taxi con nosotros, y que en un momento dado me observó mirar una pared blanca durante 5 minutos sin cambiar de expresión.
Al día siguiente me desperté con el pijama puesto, durmiendo tirado en un colchón en el salón y con la peor resaca en mucho tiempo.
Never drink neat raki.

Últimamente nos juntamos con unas perroflautas griegas. Son majas y están locas, y además alguno del grupo va detrás de alguna de ellas, lo cual propicia que nos veamos varias veces a la semana. Solemos ir a plazas a hacer cosas. Es lo que hacen los perroflautas. El otro día por ejemplo estaban presentes los siguientes personajes: Tony con sus palos de fuego, una tía con unas cariocas también de fuego, otra con una cosa para hacer pompas de jabón gigantes, un menda con un saltador de esos que tienen para poner los pies, otro haciendo malabarismos con pelotas, por supuesto una guitarra (no podía faltar)… El circo al completo. Por increíble que parezca, no fuman porros, y las tías estas ni siquiera beben alcohol. Son perroflautas sanas, tócate los pies.

Hoy nos hemos ido los 4 que estamos actualmente en casa (Luismi y Antonio están de viaje) a otra plaza cercana. Ángel y Alberto tocaban flamenco y yo me he puesto a intentar aprender a montar en monopatín con Tony (soy un paquete, claro). De repente se nos han empezado a acercar niños gitanos sucios como cabrones. En un momento había unos 10 rodeándonos, diciéndonos cosas en griego y queriendo tocarlo todo. Supongo que nos dirían algo así como “A ver eso qué es payo, déjamelo un momento…”, y no lo vuelves a ver en tu puta vida. Afortunadamente hemos salido indemnes y sin piojos.

En casa seguimos sin haber limpiado el salón después de la última fiesta, hace ya dos semanas. No sé si volveré a verlo limpio alguna vez.
Como consecuencia, sigo durmiendo en la cueva con 3 maromos más.
En el baño hay manchas amarillas en el suelo de dudosa procedencia. Tiendo a pensar que es producto de la acumulación-evaporación de agua de una forma continuada.
La gente se corta el pelo y no barre después, lo cuál es muy agradable.
En el salón sigue habiendo 3 colchones que nadie usa porque el suelo da asco.
Un día se volcó un cenicero lleno de colillas. Estuvo ahí 3 días sin que nadie lo recogiese.
Nuestro papel higiénico son las servilletas que robamos del comedor de la universidad cuando vamos a comer allí. Cuando se acaban, no hay papel, lógicamente. Sólo tenemos una escobilla itinerante para dos baños.

No soy un perroflauta, pero convivo con ellos y hasta ahora no me desenvuelvo mal.