lunes, 5 de enero de 2009

Cuento de Navidad

Mario estaba durmiendo tranquilamente cuando se despertó sobresaltado por el sonido de las campanas de una iglesia cercana. Al incorporarse y abrir los ojos, se encontró cara a cara con una figura fantasmal. Su corazón dio un vuelco, y lo primero que pensó es que estaba teniendo una horrible pesadilla, pero súbitamente el espíritu le agarró del antebrazo, y al sentir su gélido tacto supo que estaba despierto.
Al principio no reconoció al misterioso espectro.
- Soy Pepa, tu antigua profesora de religión -le anunció con su voz tenebrosa, aunque sorprendentemente tenue- y he venido esta noche para mostrarte cómo ha sido, es, y será tu vida. Esta noche te visitarán tres fantasmas, uno cada vez que el reloj marque la una de la mañana.
Acojonado, intentó conciliar el sueño de nuevo, resultándole imposible, así que decidió levantarse y meterse un rato en el facebook, donde tenía 11 retos de Dani para jugar a los bolos. Después de ganarle en todos ellos, no bajando su puntuación de ciento noventa, se vio dos capítulos de la quinta temporada de Nip/Tuck, y sobre las cuatro de la mañana ya le entró sueño y se volvió a acostar.
Estando ya adormecido, el repique de las campanas le sobrecogió de nuevo. Una, dos, tres, cuatro… contó las veces que sonaban, hasta llegar a doce. “¿Doce?” –pensó–, “No puede ser, el reloj de la iglesia debe haberse estropeado, aún es de noche y no puedo haber dormido un día entero sin que mi madre me dé el coñazo”. Miró el reloj de su escritorio y también marcaba las doce. “No sé qué está pasando, miraré la hora en mi macbook. Steve Jobs no puede fabricar ningún producto que se estropee ni se cuelgue, eso lo sabe todo el mundo”. Su ordenador también marcaba las 12 de la noche.
Mario pensó que lo mejor que podía hacer era acostarse e intentar olvidar lo sucedido. Supuso que en realidad todo hasta ahora había sido un sueño, lo cual explicaba que aún fuesen las doce, pero cuanto más intentaba pensar en otra cosa, más extraños pensamientos le venían a la mente.
Esa hora se le hizo tan larga que en varios momentos creyó haber dado una cabezada, pero cuando miraba el reloj sólo habían pasado unos minutos.
Llegó la una. Mario se encontraba en tal estado de nervios que se vio a sí mismo temblando bajo las numerosas capas de sábanas y mantas que lo cubrían.
En ese momento, el reloj de la iglesia dio un único y estruendoso campanazo que penetró en su oído haciendo vibrar todos sus huesecillos como si de un diapasón se tratase. La oscuridad en su habitación era total, pero de repente esa negrura se vio quebrada por una intensa luz que provenía de un fantasmagórico halo que se hallaba frente a él. Pasados unos segundos, pudo percibir correctamente la figura de aquel espectro que tenía su mirada puesta directamente en sus ojos. Era pequeño, del tamaño de un niño, pero su apariencia era la de una persona muy anciana, lo cuál le daba un aspecto desconcertante y desagradable.
- ¿Quién eres? -preguntó Mario con un débil hilo de voz.
- Soy el Fantasma de las Navidades Pasadas, y vengo a mostrarte cómo ha sido tu vida hasta ahora. -le respondió, tomándole de la muñeca y llevándole con él a través de la ventana.
De pronto se encontraban en su pueblo de Cáceres donde Mario solía pasar las Navidades con su familia hasta que a los 8 años murió su abuelo, y dejaron de ir. Pudo verse a sí mismo, feliz, jugando con sus primos y cenando con toda su familia.
El fantasma hizo caso omiso de sus súplicas por parar allí, y le arrastró consigo.
Entonces se percató de que ya no estaba en el pueblo, sino de vuelta en su casa, donde fueron dando un recorrido por todas las estancias. Pudo verse jugando al lego con su hermana en la habitación, cenando con sus abuelos paternos, se vio salir corriendo por la puerta y llamar a su vecino Jesús para averiguar qué le habían traído a él los Reyes y ayudando a sus padres a montar el belén.
- No puedes quedarte aquí -le dijo el fantasma-. Esta vida ya no te pertenece.
Mario abrió los ojos. Estaba de nuevo en su cama, y las campanas seguían sonando.
Las doce.
Supo que no estaba soñando todo aquello, sino que de verdad estaba ocurriendo. Aún podía sentir el frío tacto de la mano de aquel espectro, que no le había soltado durante todo el recorrido. Era imposible que fuese un sueño; hacía mucho tiempo que había olvidado la mayoría de las cosas que con tanto detalle había podido ver hacía un instante.
Una lágrima rodó por su mejilla, visualizando aquellos momentos tan felices de su infancia, cuando no tenía mayores preocupaciones que limpiar el polvo de su habitación y planear cómo construir el próximo vehículo de lego.
Una sonora campanada rompió aquellos recuerdos y ante él apareció un nuevo fantasma.
- Soy el Fantasma de las Navidades Presentes, y vengo a mostrarte cómo es tu actual vida.
Emulando al anterior, el espíritu tomó a Mario por la muñeca y le sacó de la cama. Intentó zafarse de él, pero le fue imposible. No notaba presión ni fuerza en su muñeca, pero aún así era incapaz de desprenderse de aquellos huesudos dedos que le mantenían sujeto.
Esta vez, el fantasma le mostró cosas diferentes a Mario. Pudo verse en Grecia, acostándose a las cinco de la mañana y levantándose a las dos pe eme un día tras otro, sin ocupar sus días en nada más que ocuparlos, realizando tareas inútiles, comiendo jamón con queso feta a diario y sin levantar el culo de su silla de playa, emborrachándose con cerveza barata y sin cumplir sus obligaciones académicas. Mario sabía que hacía muchas más cosas allí, pero el cabrón del fantasma sólo le mostró la parte más degradante de su vida, para hacerle sentir mal.
Habiendo cumplido su propósito, le llevó de vuelta a Madrid, donde Mario se vio corriendo borracho por toda la calle Barquillo hasta Cibeles, bajo la lluvia, meando en cualquier fachada y gritando a pleno pulmón “¡Sara! ¡Sara!”. También pudo verse en su habitación, pasando los días viendo más y más capítulos de cualquier serie, escuchando sin parar las mismas canciones y mirando los mismos videos porno una y otra vez.
Después le mostró cómo fue su Nochevieja, emborrachándose con licores extranjeros de alta graduación, vistiendo un pijama de hace 20 años, con un horrible bigote y rodeado de gente ebria, también en pijama, y con ladridos de perros enfurecidos por todas partes. En cambio el fantasma no le enseñó cómo ganó los premios al pijama más bonito y al más feo al mismo tiempo, sólo pudo ver el pucherazo que le arrebató un precioso reloj despertador, y a una choni de Getafe destruyendo su premio que con tanto esfuerzo había ganado.
Súbitamente Mario se encontró en la Puerta del Sol, rodeado de cientos de personas y a punto de llegar a medianoche. Pero no era la última noche del año, sino el día treinta, y del cielo caían uvas, confeti que se introducía en su enorme vaso de sidra y líquidos de dudosa procedencia. Más tarde se vio a sí mismo borracho una vez más, en la Sala Sol con sus amigos Dani y Sara, bailando como malditos delante y behind the curtain y conociendo chicas con más bigote que él mismo.
Las luces de la discoteca se apagaron y la música se desvaneció, y cuando Mario pudo empezar a apreciar detalles, se dio cuenta de que se hallaba de pie en su habitación una vez más, y de que el reloj de su escritorio marcaba las doce.
Sabía que tenía que esperar al tercer fantasma que Pepa le había anunciado, así que tranquilo, se metió en la cama para intentar dormir un poco antes de su llegada.
Una vez más, se despertó cuando el reloj marcó la una, y allí estaba él, observándole desde la profunda oscuridad de su habitación.
- Soy el Fantasma de…
- No me digas más, de las Navidades Futuras –le interrumpió Mario-. Venga anda, vámonos a dar una vuelta.
- ¿Pero a ti qué te pasa? ¿No te doy miedo?
- Es que ya han pasado por aquí dos colegas tuyos antes.
- ¡No me jodas! Si Pepa me dijo que iba a ser el primero… Qué decepción.
- Bueno venga, que me tenéis frito, toda la noche sin dormir. Vámonos ya, cógeme de la manita.
- Pues no me sale de los cojones -dijo amablemente el fantasma-. Ahora te va a enseñar el futuro tu puta madre.
- No te pongas así, gilipollas, que no es mi puta culpa. Haberlo aclarado con Pepa antes. Perdona por no haberme hecho el sorprendido, pero es que joder, los dos fantasmas de antes han sido unos cabrones y nada más que me han enseñado cosas que ya sabía, y especialmente el del Presente, que el hijoputa sólo me mostraba cosas chungas para hacerme sentir tó decadente. Tú eres el que más mola.
- Ya tío, es que el Fantasma de las Navidades Presentes es un mamonazo.
- Totally -inquirió Mario firmemente.
Se produjo un incómodo silencio y una pelusa gigante cruzó entre ellos.
- Bueno qué, ¿me vas a enseñar mi futuro como photographer de la National Geographic, pasando las Navidades haciendo fotos en Siberia, Camboya, Nigeria y to eso? ¿O qué? -dijo Mario.
- Que no, ostias. Que me habéis tocado mucho las pelotas hoy entre todos.
- Pues a tomar por culo, yo me voy a dormir ya, que mira qué hora es y mañana tengo que ir a Hacienda con mi madre a arreglar un chanchullo que hicimos con la declaración.
- Ostia, pijo, hueva, a un murciano no se la meten doblá. ¡A mamarla! –gritó el fantasma mientras se alejaba.
Mario se quedó pensando en todo lo ocurrido aquella noche, recapacitando sobre su vida, y aunque unos minutos más tarde el fantasma se le volvió a aparecer para preguntarle dónde podía coger el búho L1 para ir a Cibeles, él se hizo el dormido.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

"Ahora te va a enseñar el futuro tu puta madre.
- No te pongas así, gilipollas, que no es mi puta culpa"

Buenísimo. Cuando parece cada vez más serio vuelve a hacerse mas buñuelesco ;-)

Carola Rodríguez dijo...

xD me he partido

Daniel M. dijo...

viva acostarse a las 4:30 de la mañana escribiendo el blog.
mu bonito, si señor. No pones el de las navidades futuras pq sabes que yo soy mejor fotógrafer que tu

Sara dijo...

Sublime!Pobre Pepa...que coño habrá hecho esa mujer en su vida para terminar apareciendo en un episodio de un blog de borrachos...

Dani dijo...

Totally /clap

Quintyhara dijo...

eyyy, he llegado a florencia y me he puesto a leer blogs atrasados.

Enorme...si segnor, muy grande.

(era eso lo que me dijiste que dijera no??? no recuerdo)

Adrian Dantley dijo...

Es una bonita forma de hacer un remember de tu vida, siendo exponencial con tus vivencias y objetivo con lo que aun te queda por suceder. Es nostálgico ver como pasa inespugnablemente el tiempo, como nos hacemos mayores. Estoy seguro que te ha sido bonita la experiencia de escribirlo.

Alvaro dijo...

Glo-rio-so!!!

Y encima lo del murciano, el remate perfecto!!

Reconocelo: lo del presente en el fondo te remuerde un poco la conciencia, jejeje.