sábado, 7 de marzo de 2009

Las aventuras de Pato Negro y Caracapucha en Turquía, vol.2: Istanbul

Bueno, pues ayer se fue Sara. El caso es que la echaré de menos y todo: sus sonidos de mierda al despertarse a las 14 de la tarde, sus incesantes movimientos de pies, sus putos cigarros, sus críticas a mi pelo, todas sus cosas tiradas por el medio de mi habitación, su arroz con pollo… Te quiero Sarita! A saber cuándo nos podemos volver a ver, muchísima suerte! ATATÜRK??!!

Previously in Vasiladiou 5-7…

Habíamos dejado a nuestros superhéroes ya en la capital del imperio otomano. Estambul es una ciudad muy interesante y bonita. Hay muchas mezquitas y te pasan muchas cosas cuando vas allí. Por ejemplo, te puede pasar que vayas a ver el Museo de Santa Sofía, y dentro de encuentres a un niño gordo vestido con una camisa de flores, un pañuelo bandolero al cuello, también de flores, y un impermeable naranja. Claro, le tuvimos que bautizar Niño Esperpento, y convertirle automáticamente en el villano y peor enemigo de Caracapucha y Pato Negro.
Si vas un domingo a Estambul, no te pases por el bazar. Es más, no salgas ni del hotel. Lo más que puedes encontrar con calles absolutamente desiertas a partir de las 16h, y meterte por equivocación en un barrio marginal cuando estás buscando el acueducto.
Para los ilustrados que me leen, decir que en 12 días de viaje hemos sabido interpretar perfectamente los mapas, orientarnos sin problema, comunicarnos con la gente y coger los trenes correctos sin hacer ni un solo 8 ni perdernos ni una vez.
No sé por qué hablo en plural, porque ir con Sara es como tener una brújula en la isla de Lost.
Dormimos en un albergue de 5 euros la noche, a 2 minutos a pie del centro de la ciudad. Nuestra compañera de habitación era una british que el día que llegamos, a eso de las 11h, seguía aún en la cama, por lo que supusimos que era una fiestera gambitera loca que estaba de resaca y a partir de entonces la conocimos como La Borracha.
En el Gran Bazar nos compramos unas Converse falsacas por 15 eurillos, y estuvimos hablando largo y tendido con el vendedor, al que tuvimos que explicar que Estambul está en dos continentes, y que él vivía en Asia, no en Europa, mientras nos invitaba a un té de manzana. Turquía es lo típico que lees en las guías de Lonely Planet y nunca te crees, eso de: “el vendedor regateará y te invitará a un té para cerrar el trato”, o “los lugareños te invitarán a pasar amablemente a sus casas para darte té y ofrecerte alojamiento”… pero eso lo contaré en otro episodio.
En el Gran Bazar, que es muy grande, nos encontramos con mi amigo Eduardo, que está de erasmus en Atenas, y dos amigas suyas. Si esto ya era coincidencia, aún más lo fue que estuviesen en nuestro mismo albergue, así que por la noche estuvimos hasta las tantas charlando con ellos en la sala común. Allí conocimos a Físico Loco, un chaval al que habían conocido allí en Estambul, que formaba parte de un grupo de 4 almas descarriadas que se habían venido a Turquía de viaje de ecuador de carrera. Eduardo, si lees esto, por favor ponnos en contacto con Físico Loco, queremos desesperadamente ser sus amigos. Es un crack el tío, nos estuvo contando historias de sus dos EuskoTours por las Vascongadas, “venga, por qué no”.
Cuando vas caminando por el Puente Gálata o por los bazares, decenas de propietarios te salen al paso con frases de lo más ingeniosas, intentando que entres a sus tiendas o restaurantes, y tratando de averiguar tu procedencia para captar tu atención. Obtuvimos varias perlitas, tales como “qué pasa, troncos”, “Antonio, Mariconchi!”, “china?” y “japanese?” (ambas a Sara, evidentemente) o el típico “qué pasa Neng”. A Sara solían calarla enseguida como española o italiana, pero conmigo tenían bastantes más problemas, debido a mis barbacas y atuendo. Más de uno, incluso después de hablarle en español, no se creía que lo fuese.

Bueno, como no se me ocurre mucho más que contar y además esto me está quedando bastante soso, voy a ir dando por finalizado el post.

Para acabar, la aventura de nuestra salida de Estambul. Teníamos que coger un tren a las 22 de la noche con destino a Ankara. Como vivíamos bastante cerca de la estación, fuimos con toda la tranquilidad y con tiempo a eso de las 21.20, cuando al preguntar en taquilla que desde qué andén salía nuestro tren, el hijoputa más borde que te puedes echar a la cara nos indicó con parsimonia que el tren no salía desde esa estación, ya que todos los trenes hacia Asia salían de la estación de “Anatolia”, al otro lado del río… QUÉ?? Miramos el mapa. No sale esa estación, debe estar a tomar por culo… Venga, pues vamos andando a toda ostia hacia la parte asiática y allí cogemos un taxi. Si queréis que los de los restaurantes no os pregunten, cargaos una mochila de 15 kilos a la espalda y caminad a toda leche. Llegamos a la parte asiática en un tiempo récord, y pillamos el primer taxi. “Estación de Anatolia” le decimos, pero no nos entiende. “Ankara?”, esta vez sí. Resulta que el cabrón de la estación no nos había dicho bien ni el nombre de la estación, que era Haydarpasa, no Anatolia (ese es el nombre de la península turca, es decir, la parte asiática de Turquía).
El taxi arranca, pero son las 21.45. Nos encontramos con un pequeño atasco. Le pregunto si falta mucho, porque tenemos que coger un tren a las 22, y el tío lo flipa… damos el tren por perdido. Pero el chaval se lo toma como un reto personal, y se pone a adelantar coches por el arcén para salir del atasco, a pitar como si llevase a una embarazada y a 140 km/h por la autopista. Llegamos a las 22.02 a la estación. Corremos, preguntamos a un tío con el billete en la mano, y nos indica que nuestro tren es el que está en marcha, saliendo de la estación. JODEEEEER!!! Pero ante nuestra incredulidad, el tío se pone a pitar con su silbato, diciéndole al revisor, que está asomado por la puerta, que pare el tren. Y así lo hace, jaja. Nos subimos, les damos las gracias y el tren se pone en marcha de nuevo. El revisor hace su trabajo de revisor y nos revisa los billetes, y nos dice la única palabra que sabe en inglés: “problem”. Problem? Qué problem? Ah sí, toma los Balkan… “No, no, problem”, nos dice, señalando la fecha. Resulta que en la estación nos habían vendido un billete de tren para el puto día anterior, no para ese… Total, que nos indican que les esperemos en la cafetería mientras se van a buscar una solución. Pasa una hora y media y ya casi estamos resignados a que vamos a pasar la noche en la cafetería, con el camarero viniendo cada media hora para preguntarnos si queremos algo, contestándole nosotros que no, que aun seguimos esperando al revisor. Finalmente vuelve: tienen unos asientos para nosotros ☺
Así comenzó el día en el que salió todo perfecto.

2 comentarios:

Sara dijo...

Tu pelo de jabalí, que te peines la barba, lo que haces con las manos al escribir en el ordenador, el macho, el joder Sara, el Ataturk, y el discutir contigo cada 2 minutos.Ha sido un puto placer.
Por favor, yo quiero ser amiga de Físico Loco! Por favooooooor!

Mario dijo...

Joder Sara... te echo de menos!