viernes, 13 de marzo de 2009

Salsa de soja

Esta es la despedida oficial de Georgiou House.
Ya sólo volveré aquí para robar algunas cosas de la cocina y recoger mi ropa de cama.
Ahora mismo estoy escribiendo esto porque me voy a ir sin pagar 350€ de mi piso y la señora de la limpieza está por ahí limpiando, y no quiero que nadie me vea salir con maletas, así que tengo que hacer tiempo.
Los motivos que me llevan a actuar así son diversos, pero sin duda los principales son mi absoluta falta de liquidez económica y que Big Mamma es una hijaputa que me cae mal.
Y os preguntaréis que por qué me huelen las manos a salsa de soja... pero eso vendrá después.
Mi intención con esta última visita a Vasiladiou 5-7 era recoger los últimos trastos e imprimir un trabajo que debía haber entregado el día 4 de este mes… pero se me ha hecho tarde, y el caso es que ni voy a entregar el trabajo, ni me puedo llevar todos los cacharros, ni siquiera voy a comer.
Últimamente me estoy sometiendo a un plan intensivo de adelgazamiento, porque esos 7 u 8 kilos que he cogido desde que estoy de erasmus no son permisibles, y el verano está cerca, y no quiero ir marcando canalillo con todas mis camisetas ni me puedo permitir renovar el vestuario con ropa de gordos. Así que me he juntado con Luismi, que es un tío muy sano, y ayer me di mi primera carrerita de 20 minutillos (bastante triste por otra parte). Iré al gimnasio de la uni y estoy comiendo ensaladitas todas las noches. Espero que sirva para algo, joder.
Qué hambre tengo, y la puta de la señora de la limpieza sigue trasteando por ahí. Creo que está colocando todos los cacharros de la cocina que había sacado y amontonado para robar.
Pues anoche pensábamos beber un ratillo en casa y salir después. Pero se presentó María (una amiga griega) con otra amiga suya, y después se presentaron dos amigas de Luismi que están en Ioannina de Erasmus en plan sorpresa… y la cosa se lió. Y acabamos borrachos a las 4 o las 5 de la mañana haciendo una guerra de almohadas en el salón, disfrazados y con licores de todo tipo desparramados por el suelo. Y lo de acabamos es simplemente una forma de hablar, porque después de eso nos fuimos a la calle a jugar al fútbol. Y los vecinos se quejaron pero nos dio igual, afortunadamente en Patras no existe la policía, a no ser que maten a un niño en Atenas y se líe la de dios.
Y después nos fuimos a casa y como no podía dormir en el salón, que es mi habitación, me tuve que poner el colchón en la cocina, aunque finalmente ni siquiera dormí allí.
Y como teníamos hambre, Alberto, Antonio y yo nos pusimos a hacer una pancetita muy rica de una barbacoa de dos días atrás, que estaba mala porque nuestro frigorífico está estropeado y no enfría, aderezada con salsa de soja (que va muy bien con todo) para camuflar el sabor a descomposición. Y nos reímos mucho porque estábamos borrachos y sabíamos que al día siguiente nos iba a entrar una gastroenteritis de cojones.
Y por eso me huelen las manos a salsa de soja.



P.D.: A estas alturas parece evidente que nunca van a llegar los capítulos 3 y 4 de las aventuras de Caracapucha y Pato Negro en Turquía.

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